Deep Learning, mas parecido a nosotros de lo que crees

¿Te has preguntado alguna vez cómo rayos distinguimos al amigo ese entre la masa de gente?

¿O cómo nuestras mentes ven caras en las nubes como si fueran señales del más allá?

¿Y por qué siempre ponemos apodos basados en la apariencia física?

Pues resulta que este circo mental tiene sus raíces en la función más básica de nuestro cerebro: sobrevivir.

Nuestra destreza para detectar patrones a la velocidad del rayo nos permite distinguir los  peligros en un parpadeo.

Y esto justifica por qué somos tan rápidos en ver a un amigo y apodarle «el topo»,  ver una nube y decir «mira, ¡un elefante!» O ponerle a un volcán «La mujer dormida»

Ahora, te preguntarás, ¿qué tiene que ver todo esto con el deep learning?

Pues la relación es más estrecha de lo que piensas: el deep learning, o aprendizaje profundo, es el tesoro escondido detrás del monumental avance de la inteligencia artificial, funcionando como un cerebro de mentiras.

Imagínate en un estadio, buscando a tus amigos entre la multitud.

Empiezas por fijarte en las cosas más obvias: la altura, el color del pelo, los colores del equipo que apoyan, si usan lentes, etc. Si encuentras a alguien que cuadra con estas descripciones, te pones a mirarle la cara, comparándola con la imagen guardada en tu memoria. Si no coincide, a seguir buscando.

El deep learning hace algo parecido, con redes neuronales que van filtrando info de lo más general a lo más específico a través de las diferentes capas de nodos. Y así es como el reconocimiento facial o de objetos, la máquina trocea la imagen en miles de puntitos interpretados como ceros y unos para que el cacharro pueda entenderla.

En resumen, la próxima vez que vayas a ponerle apodo a un amigo, ¿por qué no consultas a ChatGPT? Igual te sorprende con ocurrencias más ingeniosas que las tuyas.

*Nota: El texto anterior fue generado por inteligencia artificial