
Un día de otoño, en noviembre de 2022, nos despertamos con un nuevo juguete, un chatbot «inteligente». Nadie imaginaba lo que a partir de aquí el mundo cambiaría.
El conocimiento de toda la humanidad estaba detrás de una interfaz tan sencilla como un chat.
En ese momento la educación cambio para siempre.
A partir de ese momento la educación ya no dependía del señor mal vestido y desaliñado que pasaba lista por las mañanas en el salón.
La IA llego a personalizar tu educación. Pero ojo, no estamos hablando de cualquier tipo de personalización.
La IA te conoce mejor que tus cuates de la borrachera con los que echas las netas.
Sabe exactamente qué necesitas aprender, a que ritmo y con que propósito.
Y no solo eso, los tutores inteligentes y asistentes virtuales, están disponibles 24/7, como si el nerd del salón estuviera dispuesto a explicarte matemáticas a las 3 de la mañana o hacerte la tarea todos los días. Estos tutores son tan dedicados que hasta te hacen cuestionar la lealtad de tu perro.
Ahora, hablemos de la eficiencia administrativa. La IA está haciendo que las tareas de la administración sean tan fáciles que hasta el más vago del salón podría administrar una escuela…
La cobranza a un click, la contabilidad automatizada, los reportes a las dependencias de gobierno a tiempo y en forma por medio de APIs.
¿Estás viendo lo mismo que yo estoy viendo?
Y por último, lo más bonito de todo esto; la democratización de la educación.
Con la IA, la educación de alta calidad ya no es solo para los que pueden pagar las colegiaturas exorbitantes. Ahora, incluso el que vive en Tristan de Acuña, puede acceder a educación de calidad.
Así que sí, la IA en la educación es prometedora, transformadora y, sin duda, revolucionaria. Pero también nos lleva a preguntarnos: en este futuro lleno de tecnología y automatización, ¿seguirá habiendo excusas válidas para no hacer la tarea?
Supongo que siempre podremos decir «me hackearon»